Empezamos con frases como esta. Nos parece divertidísimo, hasta que algunos nos toman en serio.
Señoras, Caballeros, no somos juguetes, y no pueden tratarnos como si lo fuéramos.
Si se nos ve desde fuera, sin que nosotros lo sepamos, como figuras de trapo y algodón, manejables a vuestro antojo, avisadnos, para que podamos cambiar, pues debajo de nuestras costuras, se esconde un huracán de sentimientos incontrolable, seguramente mucho mayor al que todos vosotros juntos, podréis albergar nunca.
Antes de darles mal uso, o olvidar su existencia, antes de hacer que este huracán provoque un desenfreno de catástrofes,
pensadlo dos veces.
No somos juguetes.
- Juega conmigo, soy tu jugete.
- Pues ven, voy a pasarlo bien.
- Y yo, ¿yo lo pasare bien?
- ¿Importa eso?
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